miércoles, 25 de diciembre de 2013

Participación en el Filandón popular "Contando en torno a la Navidad" junto a Manuela Bodas y Manuel Cortés.

Ya hace tiempo que no me prodigo en filandones y recitales poéticos. Mi nueva vida me absorve en otro tipo eventos más oficiales y menos personales.  Pero esta Navidad, participaré de nuevo en un filandón popular, junto a dos grandes contadores, Manuela Bodas Puente y Manuel Cortés Blanco. 
Será un placer para mí, placer que se hará realidad gracias a los hilos entretejidos por Miguel Ángel Cordero, en ese estupendo programa cultural diseñado para el Val de San Lorenzo, este 2013.   
"De Adviento a la Navidad".
Y este día 28 de diciembre, a las 19'00 horas de las tarde, en La Comunal, los tres estaremos con quienes deseéis acompañarnos para contar y compartir nuestras historias, "Contando en torno a la Navidad", aunque nuestras historias no hablen exactamente de esta fecha. ¿o sí? Habrá que estar allí para informarse.

Por cierto, ¡qué no es ninguna inocentada! 
Allí estaremos por si os apetece acompañarnos. 

ACTIVIDAD: Filandón Popular "Contando en torno a la Navidad"
LUGAR: C.I.T. La Comunal de Val de San Lorenzo
FECHA Y HORA: Sábado 28 de diciembre. 19'00 horas. 
INTERVIENEN: Manuela Bodas, Manuel Cortés y Mercedes G. Rojo

lunes, 11 de noviembre de 2013

"COSAS DE NIÑOS". UN RELATO EN TORNO A LOS PERSONAJES FAMOSOS DE LA HISTORIA COTIDIANA DE ASTORGA

La Concejalía de Cultura de Astorga, de la cual soy responsable en esta legislatura, acaba de poner en marcha un nuevo programa para recuperar la memoria de esos personajes entrañables que se han paseado por la historia más cotidiana de nuestro municipio, llenando de anécdotas y de referencias la vida de muchas de las personas que nacieron, nacimos, en él durante el pasado siglo. 
Un estupendo proyecto que busca la participación ciudadana, porque su memoria está en el espíritu de la ciudad y de todos, todas, cuantos la habitamos. 
Os dejo aquí su enlace para que os informéis del mismo y, si os apetece, podáis participar.



Naturalmente, como organizadora de dicho proyecto, yo no voy  participar en el mismo  ni proponiendo ni escribiendo sobre ninguno de los personajes que por fin salgan elegidos, pero sí que quiero dejar en mi blog personal, una referencia (en este caso literaria) a uno de esos personajes que hasta hace bien poco fue una referencia en todo Astorga, hasta tal punto que se le conocía por su nombre de pila y, a nombre de apellido, el de su profesión. Habrá quien me lo haya oído contar. Ahora lo dejo aquí escrito, como homenaje a esa persona cuyo nombre no hago público por no dar pistas, pero que seguro que estará en la memoria de mucha gente. 

cosas de niños.

Sólo alcanzaba a ver un par de zapatos masculinos con cordones, (nunca ha conseguido recordar muy bien si eran marrones o negros), ni siquiera el bajo de los pantalones que los acompañaban.
Allí, bajo la mesa camilla cubierta con unas tupidas faldas de invierno, se había parapetado huyendo de la tan temida aguja.  El miedo la hacía acurrucarse hasta casi confundirse con el suelo de madera y, aunque se mantenía en completo silencio, su corazón latía tan fuerte que estaba segura de que acabarían oyéndola. Para evitarlo, procuraba contener todo lo posible la respiración, mientras mantenía en su mano, apretado con fuerza, hasta casi hacerse daño, un tenedor como única arma defensiva.
- Hace un momento estaba aquí -, oyó como le decía su madre al practicante, y escuchó sus llamadas y sus pasos recorriendo la casa en su busca. De vuelta a la salita, donde el sanitario preparaba sus bártulos, es imposible saber si fue el fuerte latir de su corazón o más bien la intuición materna la causa de su descubrimiento. Pero, de pronto, las faldas de la mesa desaparecieron a instancias de unas manos, y ella quedó al descubierto.
-          Aquí está -, dijo su madre.
Dos cabezas asomaron bajo la mesa y unos brazos trataron de arrastrarla hacia el exterior.
-          Vamos, tontita, si no es nada. Sólo un pinchacito del que no te vas ni a enterar.
Consiguió escapar por la parte de atrás de la mesa  y se parapetó detrás de ella, esgrimiendo el tenedor hacia el practicante.
-          ¡Si te acercas, te pincho! -, amenazó convencida del poder de su arma.

Los dos adultos se miraron con un gesto de asombro sin llegar a imaginar de donde toma la niña su impulso atacante, ella, habitualmente tan pacífica. Pero acaban riéndose ante la actitud defensiva que  asume frente a lo que considera un enorme peligro amenazante para ella.
Durante unos instantes, la situación parece un juego de pillar... escudándose siempre tras la mesa, lanzando a diestro y siniestro estocadas de tenedor que se pierden en el vacío, mientras su madre y el practicante tratan de sujetarla sin hacerle daño. Pero, durante un rato, consigue siempre escurrirse de su abrazo.
Por fin, acorralada en una esquina, consiguen arrebatarle “tan terrible arma” y proceder al doloroso atentado contra su cuerpo, no sin antes tener que evitar un último intento para soltarse, esta vez sin otra arma que las insistentes patadas lanzadas por sus menudas piernas.

            Es pequeña, apenas tendrá 6 o 7 años, pero se defiende como una leona protegiendo a sus cachorros. Ni ella ni su madre consiguen saber de dónde le viene ese desmesurado horror a las agujas. Nunca ha estado enferma, y sólo ha pasado por las vacunas de rigor. Pero el terror está ahí, presente, ineludible, a pesar de la cercanía personal del practicante que es también vecino y la trata a menudo, pues también tiene hijas de su edad.
            Cuando por fin se enfrenta al ataque de la inyección inevitable, contiene las lágrimas con obstinación, sintiendo  más rabia que dolor, y castiga al atacante con la más dura  y altiva de sus miradas.  Después se refugia en su cuarto, ajena al consuelo solícito de su madre, que por un momento se ha convertido también en su enemiga. Y permanece acurrucada un buen rato todavía, después de haber oído como la puerta se cerraba tras el practicante y la casa recobraba, de nuevo, su habitual  quietud.
            Con los años, alguna vez más tuvo que pasar por el proceso de ser pinchada – no muchos ¡a Dios gracias! -, y, aunque controlada, no pudo librarse nunca de la aprensión a la aguja, hasta el extremo de ser incapaz de mirar cada vez que una penetraba en su cuerpo. Y, sin embargo, cuando recuerda el episodio de su infancia, no recuerda la sensación de la jeringuilla penetrando en su carne, sino más bien la especie de azote que aquel practicante le daba con dos dedos antes de cada pinchazo. Dolía más que el propio aguijonazo, y aún es capaz de recordarlo con tal claridad, que incluso, si la apuran, podría decir que vuelve a sentirlo.
También se recuerda a sí misma, pequeña, con un reducido tenedor en su mano amenazante, enfrentándose valiente al causante de su miedo, y no puede por menos de esbozar una sonrisa ante tan ridícula imagen, y pensar:
¡Cosas de niños!

NOCHE DE DIFUNTOS. Un relato de Mercedes G. Rojo, en "La llave del Camino".

Llamador en Santiagomillas. M.G.R.
Hace apenas unos días pasamos un año más por el Día de todos los Santos y la Noche de difuntos. Las calles de nuestras ciudades se llenaron de jóvenes celebrando "Halloween", una fiesta que nos llega desde más allá del océano, invadiendo incluso nuestras aulas con unas tradiciones que nos son ajenas pero que, como tantos otros efectos de la globalización, parecen haberse ya aposentado para siempre entre nosotros. 
Al hilo de estas circunstancias, un buen día, no hace demasiado tiempo, escribí un relato, que acabó siendo publicado porVictoria Ylla (Vicky) en su nueva aventura periodística "La llave del Camino". 
Sé que las visitas han sido muchas, seguramente debido más al éxito que está alcanzando su revista (en formato papel y en digital) que a los méritos del propio relato en sí. 
Por si os apetece, os dejo aquí el enlace para que podáis leerlo, y así de paso conozcáis este nuevo proyecto si es que aún no lo habéis descubierto. 

Espero que os haga pasar un rato agradable. Yo me divertí mucho escribiéndolo, especialmente pensando en mi hija. .

viernes, 4 de octubre de 2013

CANCIÓN DE SIRENA EN UN BLOG DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL

Si buscáis mi poema infantil "Canción de Sirena", publicada en la Antología Charín "Corazón de Estrella", podeís encontrarlo también en el blog de Literatura Infantil i Juvenil de l Biblioteca Pública de Cocentaina, en Alicante. 
Pero hay un pequeño error, y es que aparece adjudicado a Carmen G. Rojo, en vez de a Mercedes G. Rojo. Ya he pedido la sustitución de los datos, pero ya sabéis que estas cosas a veces, van despacio. 
POR CIERTO. No me preguntéis como ha llegado el poema hasta allí porque no tengo ni idea. 
Pero imagino que a alguién le habrá gustado para decidirse a publicarlo en el blog. Así que gracias por la parte que me compete.

RETOMANDO EL LIBRO "VAMOS JUNTOS A JUGAR"

Y como ya no tengo abuela voy a hablar un poco de mi trabajo.Un libro del que estoy muy, muy orgullosa, y que vio la luz gracias a muchas colaboraciones. Principalmente las de un grupo de viudas que compartieron conmigo los recuerdos de los juegos de su infancia, y luego, la de los niños y las niñas de segundo de Primaria del Colegio La Milagrosa de Astorga, un colegio que hoy ha desaparecido absorvido por la Fundación Escolapias, y en cuyos patios yo jugué muchos años. Y por supuesto la de su profe, Conchi Louzán,que me recibió en su aula para que pudiera enseñarles todos esos juegos que luego su alumnado me ilustraría con la simpleza y la ingenuidad de sus tiernos años. Sin olvidar a mi sobrina María y a mi hija Mónica, que también colaboraron en el mismo con sus lápices de colores...
Hoy este libro está en muchas casas que tienen niños y niñas, y de vez en cuando reciben la crítica de algún amigo generoso, como Manuel Cortés, magnífico escritor de cuentos que dejó sus amables comentarios en esta página de escritores aragoneses.   http://aaescritores.com/blog/tag/mercedes-g-rojo/
El libro aún podéis encontrarlo en algunas librerías de Astorga y de León, o poniéndoos en contacto directo conmigo. 
Aunque en el momento inicial al que se refieren muhcos de esos juegos, la mayoría se jugaban fundamentalmente y exclusivamente por chicas, hoy día a muchos niños y niñas les ha proporcionado buenos momentos de juego. Puede ser un buen regalo para grandes y chicos/as. UN BUEN REGALO PARA RECORDAR. UN BUEN REGALO PARA COMPARTIR. 

Y precisamente para compartir, os dejo aquí una muestra de su contenido. Un juego muy sencillo con el que los niños y las niñas que en su momento han acudido de campamento conmigo, han disfrutado grandemente. Uno de los que, curiosamente, más éxito han obtenido. También a la hora de las ilustraciones, como podéis comprobar. 

Ficha 1: JUEGO DE LAS HABAS

      Tipo de juego: Podríamos decir que se trata de un juego de habilidad, en el que se ejercita la coordinación viso-motriz. También entraría dentro de los juegos de precisión o de lanzamiento.  Aprovecha, para el mismo, recursos naturales a nuestro alcance  y se jugaba sobre todo entre las chicas.



      Elementos para el juego: Para jugar se necesitan habas o alubias de distintos colores y un pito o canica, que habitualmente eran algo más grandes y más pesados que los utilizados por los niños para jugar a las canicas.  Cada niña tenía sus propias habas, que solían guardar en saquitos de tela, en ocasiones hechos por ellas mismas.
              No todas las habas  valían lo mismo, pues las había más y menos bonitas. Algunas de ellas, las más corrientes, se despreciaban y no se admitían para el juego, en cambio otras eran mucho más apreciadas y trataban de intercambiarse con las compañeras, a veces por un número considerablemente mayor, por ejemplo una por cuatro o más.  



Las habas más habituales eran:
·         Negritas (de color totalmente negro)
·         Rojitas
·         Lecheritas (alubias más bien grandes de color blanco con manchas negras)
·         Gayolitos

   Nº de participantes en el juego: No había un número exacto, pero para que resultase de interés al menos había que juntarse 4 ó 5 chicas

    Espacio para el juego: Se elegía un lugar de tierra, para poder realizar un hoyo en el suelo, que solía colocarse cerca de una pared.

   Tiempo en que se jugaba: Era fundamentalmente un juego de invierno.  Entre las niñas de la época se decía:

“El Domingo de Ramos
las habas escarchamos”.

(se guardaban las mismas y ya no se volvía a jugar a ellas hasta que llegaba el otoño).


Desarrollo del juego:  Cada jugadora ponía en el hoyo, por ejemplo, 12 alubias, y se establecían los turnos de tirada.  Desde una distancia de unos 3 metros, cada jugadora tiraba el pito, intentando que éste cayese dentro del hoyo.  Si no entraba, la jugadora añadía al hoyo un número previamente acordado de alubias, y pasaba el turno a la siguiente jugadora.  Aquella que conseguía meter el pito en el agujero, se quedaba con todas las alubias. Si había muchas se solía decir que había conseguido una “farracada”[1] de ellas.


        Las informantes comentaban medio en broma medio en serio que este juego se perdió con el hambre de los años 40, pues las habas eran demasiado apreciadas para comer como para derrocharlas utilizándolas para los juegos.
Años de localización del juego: Década de los años 20 y 30 hasta mediados de los 40. Después no hemos podido contrastar más referencias al respecto entre la gente de la zona.
Lugares de localización del juego: Fundamentalmente en Astorga




Variante del Val de San Lorenzo:

 De la vecina localidad del Val de San Lorenzo, se ha recogido una variante  de este “juego de las habas”, que presenta considerables diferencias, aunque como el anterior podríamos considerarlo dentro de los juegos de habilidad destinados a ejercitar la coordinación visomotriz o de los juegos de lanzamiento.

 Desarrollo del juego:           

              Se hacía un hoyo en la tierra y solían jugar tres niñas, más o menos. Cada una de ellas seleccionaba  las  alubias con las que iba a jugar,  de distinto color para unas y otras, con el fin de  conocerlas mientras se jugaba.
              También en este caso se hacia un hoyo en la tierra. A una distancia prudencial se trazaba  una raya  de la que  no se podía pasar en la primera fase del juego: el lanzamiento.  Desde ella cada participante, por turnos,  lanzaba tres alubias hacia el hoyo, una a una. La que quedara más cerca de él era la que empezaba a jugar, empujándola con el dedo tres veces al tiempo que en cada una de ellas se decía: “uñal”, “garrafal” y “entremuscal”. Si la primera alubia  entraba se volvía a hacer lo mismo con la otra y con la siguiente. Si se  terminaba con las tres propias, se continuaba con las de las compañeras y así hasta que se perdiera. En este caso, si no se había conseguido meter todas, las habas que hubieran entrado en el hoyo quedaban dentro, continuaba  la compañera que hubiera quedado en segundo lugar por lanzamiento intentando introducir las que quedaban fueran y así hasta que se agotaran los turnos o se consiguiera ganar la partida.
La que consiguiera meter las nueve seguidas era la que ganaba.

Algunas propuestas didácticas desde la Educación Ambiental: A partir de este juego podríamos ver los cambios que se han producido en la alimentación humana con el paso del tiempo, aunque sea en el mismo producto, pues algunos tipos de habas de los que las informantes hablan hoy no se pueden encontrar en el mercado, o al menos no fácilmente.  ¿A qué se pueden deber esos cambios?, ¿traen algún tipo de consecuencia sobre la salud humana?
                   También podríamos analizar determinadas costumbres y sus implicaciones como jugar con estos elementos en determinadas épocas, o la costumbre de comerse las piezas ganadas que se ha recogido en algún lugar, etc.
                   Desde el punto de vista de las relaciones intergeneracionales se podrían buscar otros juegos entre hombres o mujeres que presentasen alguna similitud con la mecánica del juego en sí misma, como podrían ser algunas modalidades de canicas, etc…
                   Así mismo, desde un planteamiento ambiental de reutilización de elementos, podría plantearse sustituyendo las habas por otro tipo de materiales naturales susceptibles de ser acumulados: pequeñas piedrecitas redondeadas, pequeños geijos, los gallarones pequeños de los robles,…


[1] No hemos encontrado esta palabra en el diccionario.  Sin embargo, si ha aparecido la palabra “farraca” como sinónimo de faltriquera.  Teniendo en cuenta que las habas para el juego se guardaban como un auténtico tesoro en pequeñas bolsas de tela para ello, podemos considerar que “farracada” derivaría de la misma palabra con este mismo sentido, es decir una “bolsada” o el contenido copioso con que llenaríamos nuestra faltriquera, en este caso de habas que no de monedas.


¡QUÉ LO DISFRUTÉIS!