lunes, 24 de octubre de 2016

LA POESÍA DE “ESE INMENSO AMOR… QUE DUELE TANTO” DE CARMEN MARTÍNEZ, RECALÓ EN ASTORGA.



El pasado viernes 22 de octubre, recaló en Astorga, una vez más, la escritora Carmen Martínez, una bilbaína con profundas raíces astorganas.  Y digo una vez más porque esta poeta suele visitar la ciudad para compartir en la misma tanto su poesía como la de grandes nombres  de la historia poética española, en cuidadas selecciones que recita de manera intensa y personal.
En esta ocasión, la velada, organizada desde la Asociación Musas (Mujeres de Astorga y comarca) bajo el sugerente título “Engarzando versos” tenía como motivo fundamental acercarnos su último poemario  “Ese inmenso amor… que duele tanto”.
Es este el undécimo libro que Carmen Martínez nos regala. Sin duda el más maduro de todos ellos, el más depurado, el más evolucionado. Un libro con el que quiso poner fin a una dura etapa de su vida y que transita fundamentalmente por las sendas del dolor, aunque también aparezcan en el mismo el  resquicio de la esperanza. Y es que según palabras de la propia Carmen “Yo la felicidad, la vivo. El dolor, lo escribo”.
Se podría escribir largo y tendido de lo que es para Carmen la poesía. Una poesía que escribe, que siente y  de su tardía aunque intensa llegada a la misma. Centrándonos  en la escritura de este último “Ese inmenso amor… que duele tanto”,  al leerlo  surgen una serie de preguntas como qué es lo qué lleva a los poetas a escribir de dónde sacan las palabras que sirven para curar el alma por qué dejan la herida en carne viva para permitir que supure todo el mal que lleva dentro y que salga, con ello, todo el dolor, antes de que la misma logre cicatrizar. 
que dice como si quisiera vivir deprisa para tratar de recuperar todo el tiempo que se le escapó antes de llegar a ella, pues siempre comenta
Así es como se siente esta última obra de Carmen Martínez, una obra doliente que va más allá del dolor propio porque en sus palabras somos capaces de sentir ese dolor que, alguna vez, todos hemos llevado dentro y ante el que, en ocasiones, hemos tenido que claudicar. Solo hay que leer su poema “Amarrar la impaciencia” para comprobarlo.
Hoy toca
encerrar la ira
 y disfrazarla de templanza. 

Hoy toca
sujetar los caballos de la impaciencia

y mentirte con excusas excusando
a quien no cumple sus promesas. 

Hoy toca
trocear la prisa y congelarla en pedacitos, 
transformándola en laxa espera.

Hoy toca
amarrar lo que no entiendo, 
tolerar lo que no tolero, 
comprender lo que no comprendo.

Hoy toca 
claudicar.
En otras ocasiones algunos de sus poemas son puros pensamientos, reflexiones íntimas que nos llegan como “fogonazos” de lo que el paso de la vida nos va dejando a cada paso, como nos lo cuenta en el poema que comienza con ese mismo título “Fogonazos”. 

Hay algunas cosas que quisiera
aprender
para dejar de sufrir. 

 Y otras muchas que quisiera
olvidar
 para no sufrir tanto. 

La velada astorgana con Carmen Martínez no fue una presentación al uso más, pues ella prefiere siempre regalar su poesía a través de su voz que hablar sobre ella, en ese estilo tan personal y tan vibrante  que llenó de silencio y emoción la sala del hotel Gaudí en la que se llevó a cabo el acto. Un acto que se inició  con el saludo de Marián Fuertes, miembro de la Asociación MUSAS, que se confesó arrastrada a leer poesía tras haberla escuchado en la Feria del libro de La Bañeza, un momento en el que la emocionó su palabra. A continuación, por invitación de la poeta,  yo misma expuse unas pequeñas reflexiones personales  sobre su obra y su persona, para continuar, durante aproximadamente media hora, con el regalo de la voz de la propia Carmen que “engarzó” sus versos con reflexiones personales sobre lo que para ella significa la poesía desde que llegó a la misma y con la interpretación musical (a capela) de algunos poemas que amigos suyos le han musicado.
 El acto poético concluyó con la intervención de un importante número de asistentes al recital, en una generosa invitación de la escritora a compartir sus versos que dejó a disposición del público al comienzo del acto,  “porque no hay mayor regalo para el poeta que oír sus palabras en la voz de otros”.
Este pasado viernes, en Astorga, fue el tiempo de la voz de Carmen Martínez. De su voz y su poesía. Ojalá muy pronto (en ello trabajamos) podamos escucharla también en este León nuestro. Merecerá la pena.
De izda a dcha: Mercedes G. Rojo, Carmen Martínez (la autora), Chayo Roíg (presidenta de MUSAS) y Marián Fuertes (presentadora del acto)

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