lunes, 7 de septiembre de 2015

TALLER DE ESCRITURA CREATIVA EN CASTRILLO DE LOS POLVAZARES. Sobre la exposición "Tesoros Ocultos". 1º Ejercicio "Tras el Ventanuco"

El pasado viernes pusimos en marcha el Taller de Escritura Creativa, cuya primera convocatoria había fallado por coincidir con acontecimientos juveniles que retrasó su realización. Un pequeño grupo se dio cita en el patio de la taberna cultural "El Trechuro" de Castrillo de los Polvazares y, por cerca de  tres horas, jugamos y nos divertimos con las palabras creando pequeños relatos en torno a diversos estímulos.
Los resultados fueron tan satisfactorios que no puedo resistir la tentación de compartirlos con todas aquellas personas que queráis disfrutarlos.
He de advertir que son ejercicios improvisados, pequeñas historias surgidas en apenas cinco o seis minutos de escritura. No hay corrección posterior.
Espero que los disfrutéis.

1º Ejercicio individual: "Tras el ventanuco". 

Accéssit Cat. D "Tesoros escondidos en Castrillo de los Polvazares". Domingo Leiva Maldonado.


Solo un papel tamaño cuartilla y cinco minutos de tiempo para crear una historia. Como punto de partida, una fotografía y una pregunta ¿qué está ocurriendo tras la ventana?

Estos fueron los resultados.



Relato de Eco (13 años)


Una moto, un perro, unos niños jugando. Últimamente es lo único que se ve por la ventana. Soy Cara, una niña con cáncer que se pasa las horas mirando por la ventana. Pero no me disgusta. El otro día vi algo curioso. Una niña de mi edad se paró y me miró. Me dijo que por qué no salía a jugar y le dije que estaba enferma. La niña, desilusionada, se fue. ¡Uy, mira, ahí está!

-        - Hola, he pensado que cómo no puedes salir de casa, jugamos desde aquí – me dice. Yo pensaba que me estaba tomando el pelo.

-         -  Es muy sencillo, tú me tiras un avión de papel con un animal o una cosa, y yo lo imito.

Yo accedo solo por aburrimiento.

Estuvimos toda la tarde jugando. Cuando anocheció la chica se fue. Me dijo que volvería mañana. Al día siguiente la chica apareció, no me lo esperaba. Jugamos toda la tarde. Esta vez me atreví a preguntarle su nombre. Nunca hablábamos. Me contestó que se llamaba Fiala. ¡Qué nombre más bonito! Los días siguientes estuvimos conversando. Un día me dijo que si me atrevía a salir de casa. Bajé, y el primer paso fue genial. No había pisado la calle desde hacía años. Me atreví  a jugar en el jardín con ella. Pero un día no vino. No volvió.

Veinticinco años después, se  me ha quitado el cáncer. Todavía recuerdo a esa niña y la ventana por la que jugábamos. Un día vi a una chica del pueblo parecida, pero no me atreví a preguntar. Me fui a casa. Miré por la ventana, una mujer con un perro se paró y me llamó.  Me preguntó - ¿Jugamos?

Salí y le di un abrazo. Ahora somos las mejores amigas.

Me encuentro mal. Muy mal. Tengo cáncer otra vez. 


Relato de Laura (11 años)


Una tarde, detrás de un ventanuco.  Hay una pareja con un bebé, felices, comiendo.

Pasa un año. La mujer está embarazada, el bebé ya tiene un año y medio. Está muy sano y creciendo bien.

Pasan tres años. El hijo pequeño está muy enfermo. El hijo mayor lo cuida y los padres pelean. No se dan cuenta de que sufren al verlos.

Pasa otro año. El niño menor acaba de morir. Están todos tristes.

Pasan dos años más. Los padres se han separado. El único hijo vive con su madre. Ya han superado la muerte de aquel niño.



El hijo mayor ya tiene veinte años. Se va de casa y deja a su madre con su nuevo marido.

Y esto es lo que pasó detrás de un ventanuco.



Relato de Mónica (13 años)


En una buhardilla de un antiguo pueblecito, una joven  mira por la ventana. Es morena con mechitas rojas. Llora desconsolada. Tiene 15 años y ya se ha enamorado de un chiquillo. Pero éste no sabe ni quién es. Intenta calmarse, así que se tumba en la cama a leer.

Es una noche oscura, está nublado y llueve. De repente oye golpecitos en la ventana. Cuando va a abrir la contraventana empieza a ponerse nerviosa. Al abrir no encuentra nada ni a nadie, excepto una rosa con un mensaje entre sus pétalos. Lo abre curiosa. ¿De quién será? Parece una carta. Lo que dice es que alguien anónimo se ha enamorado de ella. Si quiere saber quién es tiene que salir al tejado. Lía sale algo temblorosa  y, para su enorme sorpresa, ahí está un joven moreno, con los ojos verdes, encapuchado.

En la noche se oye un grito “¡Kai, eres tú!” Y corre hacia él emocionada.

Y así se quedan fundidos en un abrazo. En un tejado, en aquella misteriosa noche sin luna.



Relato de Oly (14 años)


Una chica está dibujando el rostro de un joven. De vez en cuando mira a la ventana. Está cerrada porque el joven del dibujo que solía aparecer todos los días a la misma hora, no ha vuelto a aparecer desde que sus padres sellaron esa ventana para que nunca más se pudiese abrir. Unos grandes barrotes cierran la ventana, encerrando así su corazón.

Pasan los días, las semanas, los años, y la ventana sigue cerrada. Cuando Dana está leyendo en su cama, la ventana se abre. Al asomarse se encuentra el tejado lleno de todo tipo de flores y a aquel joven de ojos verdes que le mira y le dice:

-       -   Te quiero, y aunque esa ventana ha estado cerrada, mi corazón ha estado abierto a ese sentimiento tan bonito al que llamamos amor.

Dana mira la ventana, los barrotes han desaparecido, no queda ni huella. Cuando vuelvemirar a Jack, a esos ojos verdes que tanto le gustan, lo único que puede pronunciar su voz es esa frase que tanto escuchamos y que tampoco sentimos.

-      -    Te quiero.



Relato de Sahtob


La ventana estaba cerrada. Las llamas empezaban a asomar por el piso inferior. La tragedia se mascaba en el aire. Solo la esperanza de ver abrirse la ventana y verlo salir, la hacía seguir respirando.

No ocurría nada, solo el intenso calor, creciente y luminoso, y el crepitar de la madera consumiéndose, quebraba el intenso silencio.

A través de los cristales de la ventana, se veía ascender el fuego. Los cristales comenzaron a vibrar, y estallaron.



Y por fin pudo soltar el aliento, aliviada, cuando Kitti apareció, ronroneando perezosa. Olisqueó interesada y bajo por el canalón, saltando a sus brazos y frotando su cara contra la suya en el gesto más tierno y esperado del día.



Relato de Valseco


La luz entraba a raudales a través del ventanuco, haciendo brillar las partículas de polvo acumulado a través del paso de los años.

Ella detuvo sus ojos en el viejo baúl que tantas veces había abierto en compañía de su abuelo, buscando en el interior viejos tesoros escondidos: aquellos libros de viaje que parecían escritos a mano, algún cuento troquelado que había pertenecido a su madre, un montón de postales, un vieja cartera de cuero…

Acarició con sus manos la superficie de aquel baúl destartalado y lo abrió una vez más.

Estaba vacío, como su vida. Como ella, había perdido todo lo que guardaba en su interior.

Cerró la tapa y, dejándose acariciar por la luz que entraba por las rendijas del ventanuco, lloró hasta quedarse dormida, agotada, sobre el viejo baúl vacío. 



PUEDO ASEGURAROS QUE HAY FILÓN. 

Y QUÉ REPETIREMOS LA EXPERIENCIA CON NUEVA GENTE ALGÚN FIN DE SEMANA DE ESTOS. 

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