miércoles, 24 de junio de 2015
LEGENDARIO (De "Versos de acuarela". Miércoles 24 de junio de 2015)
Te mantienes impasible
ante el paso de los años
mientras guardas la leyenda
entre tus piedras,
descuidado el entorno en que te elevas,
mudo testigo del lento abandono de las gentes.
Rara vez las aguas transcurren, solitarias,
por el cauce que, seco ahora, aún atraviesa la pradera,
y en su murmullo se enredan,
con el viento, los ecos de palabras
que entrelazaron tu leyenda.
martes, 23 de junio de 2015
OLEAJE. (De "Versos de acuarela", martes 23 de junio de 2015)
Grita el mar
enloquecido
levantando
muros de espuma
más
impenetrables que la más recia
pared de
piedra.
Y se torna en
muerte lo que es vida,
profundo
lamento
la fuente de
las risas.
lunes, 22 de junio de 2015
CADENA DE RELATOS por facebook (Luna llena, Melodía del pasado, Geografía, Matar al césar))
Hace unos días recibía a través de facebook el desafío literario de una amiga, Manuela Bodas. Consistía en escribir un relato diferente (o lo que quisiera) durante cuatro días seguidos y, a su vez, hacer extensivo el reto a otras cuatro personas. Acepté, naturalmente. Mis cuatro invitaciones fueron para Chayo Roíg, Tomás Álvarez, Belén Álvarez MoraTinos y Celeste.
Mis textos: los siguientes (así no tendréis que buscarlos por facebook) . Y sí, el 3º y el 4º tienen un algo en común. Pero la inspiración es caprichosa, y como los textos surgieron así, en el día, para este propósito concreto, no me he dado cuenta de los puntos en común hasta que no los he visto escritos juntos.
Día 4º. MATAR AL CESAR.
Lo vio llegar con una sonrisa de césar, orgulloso de haber ganado la última batalla. Desafiante, rodeado de reducido séquito de servidores a los que en otras circunstancias no hubiera prestado la más mínima atención.
Se acercó altivo al lugar que consideraba su feudo y que por algún tiempo le había sido arrebatado.
Al aproximarse, sus miradas se cruzaron. Pretendía que la suya resultara arrogante, triunfadora, tan superiormente hiriente, que la otra no fuese capaz de mantener el aire de victoria impreso en ella, hasta conseguir que la apartara y dejar con ello patente su triunfo.
Pero se encontró con unos ojos que supieron mantenérsela con sonrisa burlona. Más desafiante aún si cabe que la suya propia, mientras sus labios la prolongaban hacía una risa jovial.
No iba a permitir humillación alguna por su parte. Era él quien se había rebajado al elegir la estrategia de esa guerra. Sonrió abiertamente, con un gesto abierto y luminoso, su mejor arma, mientras comentó jovialmente a los acompañantes de su mesa:
"Está claro lo que la Historia nos demuestra. Y es que la única forma de hacer que un césar -o un dictador, que viene a ser lo mismo - renuncie definitivamente a su poder es una sola. Cortarle la cabeza, de una vez y para siempre ".
Cogió luego el vaso con su mano y, aún sonriente, saboreó con deleite su café helado.
Fue el otro quién volvió su cerviz hacia otro lado y a sus servidores a quienes se les heló el gesto de arrogancia.
Aunque en esta ocasión fuese escaramuza, que no batalla, ésta no habían conseguido ganarla.
Lo vio llegar con una sonrisa de césar, orgulloso de haber ganado la última batalla. Desafiante, rodeado de reducido séquito de servidores a los que en otras circunstancias no hubiera prestado la más mínima atención.
Se acercó altivo al lugar que consideraba su feudo y que por algún tiempo le había sido arrebatado.
Al aproximarse, sus miradas se cruzaron. Pretendía que la suya resultara arrogante, triunfadora, tan superiormente hiriente, que la otra no fuese capaz de mantener el aire de victoria impreso en ella, hasta conseguir que la apartara y dejar con ello patente su triunfo.
Pero se encontró con unos ojos que supieron mantenérsela con sonrisa burlona. Más desafiante aún si cabe que la suya propia, mientras sus labios la prolongaban hacía una risa jovial.
No iba a permitir humillación alguna por su parte. Era él quien se había rebajado al elegir la estrategia de esa guerra. Sonrió abiertamente, con un gesto abierto y luminoso, su mejor arma, mientras comentó jovialmente a los acompañantes de su mesa:
"Está claro lo que la Historia nos demuestra. Y es que la única forma de hacer que un césar -o un dictador, que viene a ser lo mismo - renuncie definitivamente a su poder es una sola. Cortarle la cabeza, de una vez y para siempre ".
Cogió luego el vaso con su mano y, aún sonriente, saboreó con deleite su café helado.
Fue el otro quién volvió su cerviz hacia otro lado y a sus servidores a quienes se les heló el gesto de arrogancia.
Aunque en esta ocasión fuese escaramuza, que no batalla, ésta no habían conseguido ganarla.
Día 3º. GEOGRAFÍA.
Fue un solo
instante. Apenas un fogonazo. Sus ojos navegaron sobre aquellas manos que se
deslizaban imparables sobre el piano, hasta detenerse en el detalle de las
mismas que mejor recordaba.
Después, sus miradas se cruzaron. Y no pudo
evitar sonrojarse, al descubrir con sorpresa que, a pesar de los años
transcurridos, aún tenía nítidamente grabada en su mente la geografía de su
cuerpo.
Día 2º. MELODÍA
DEL PASADO.
Había
escuchado muchas veces aquel viejo piano. Desde que apareció en la taberna,
desde entonces, muchas manos lo tocaron y arrancaron de él notas que hacían
transitar a los oyentes por todos los sentimientos.
Ella nunca lo tocó. No dominaba el arte de la música aunque
le gustaba dejarse llevar por ella. Esa tarde, sentada en el patio emparrado,
escuchó una vez más como alguien desgranaba sus notas en el silencio de una
tarde bastante solitaria. Se dejó llevar por una melodía que le despertó
antiguos recuerdos, reminiscencias del pasado.
La curiosidad pudo con ella y se levantó lentamente. Parada en el quicio de la puerta, escuchó con más atención aún que antes. La melodía le resultaba ¡tan conocida! Sigilosamente, se acercó un par de pasos más. Sentada en el piano, una figura masculina se inclinaba sobre el mismo con mimo, desplazando sus manos con infinita delicadeza. Su rostro, oculto en la sombra del ala de un ancho sombrero, parecía querer guardar celosamente el anonimato del intérprete.
La curiosidad pudo con ella y se levantó lentamente. Parada en el quicio de la puerta, escuchó con más atención aún que antes. La melodía le resultaba ¡tan conocida! Sigilosamente, se acercó un par de pasos más. Sentada en el piano, una figura masculina se inclinaba sobre el mismo con mimo, desplazando sus manos con infinita delicadeza. Su rostro, oculto en la sombra del ala de un ancho sombrero, parecía querer guardar celosamente el anonimato del intérprete.
Dio un paso más. Se sentó en uno en uno de los taburetes de
la barra y redobló su atención. Las manos del pianista se alargaban sobre las
teclas acariciándolas al ritmo de aquella melodía que repetía una y otra vez.
Sus ojos quedaron atrapados en el movimiento de aquellos dedos. Y, entonces, reconoció
a un tiempo aquella canción y los dedos que seguían infundiéndole la misma alma
que el día que la escuchó por primera vez.
Cuando acabó la melodía sus ojos se cruzaron con los ojos del
músico. Se sonrieron, y con un gesto le dedicó en silencio, una vez más,
aquella canción que había nacido para ella hacía ya cerca de cincuenta años.
Seguramente, en algún lugar muy cercano al que ahora ocupaban ambos.
Día 1º. LUNA
LLENA
Abandonó el
coche a un lado de la carretera para seguir el camino plateado señalado por la
luna llena. A mitad del recorrido se despojó de sus zapatos, para avanzar sintiendo
bajo sus pies la libertad que le producía caminar descalza sobre el manto
salvaje de una pradera tupida y firme.
Le llegaba
el aroma de la incipiente jara, del cantueso, del tomillo, mientras la
envolvían los sonidos nocturnos del bosque. Y continuaba avanzando ganando en
rapidez, hasta convertir sus pasos casi en una carrera.
Alcanzó el
claro al mismo tiempo que la luna se derramaba sobre él con toda la plenitud de
su blancura, tiñendo la noche de una mágica claridad. Se detuvo justo en el
centro. Alzó hacia ella su rostro y sus brazos abiertos y comenzó a desnudarse
lentamente. Después se tumbó sobre la hierba y cerró los ojos, dejando que el
resplandor de un grandioso disco lunar se derramase sobre ella.
Cuando los
abrió de nuevo, ya la luna se escondía junto al linde donde comenzaba la
arboleda, llenando de penumbra y sombras aquel refugio de quietud y de
silencio. También ella se sintió llena, plena de satisfacción, de realidad e
irrealidad a un mismo tiempo, de indescriptibles sentimientos… Y comenzó a
incorporarse muy lentamente, para no turbar con bruscos movimientos la vida que
palpitaba en aquel rincón del bosque.
Se fue vistiendo poco a poco y, aún descalza, inició el retorno hacia su coche, mientras la luna, deslizándose en dirección contraria, llenaba de sombras el camino de regreso y de luz el futuro al que ahora se enfrentaba.
Se fue vistiendo poco a poco y, aún descalza, inició el retorno hacia su coche, mientras la luna, deslizándose en dirección contraria, llenaba de sombras el camino de regreso y de luz el futuro al que ahora se enfrentaba.
SUEÑOS AZULES. (De "Versos de acuarela", lunes 22 de junio de 2015)
Permanecen
cerradas las puertas azules del batán,
Bajo el
puente,
un remanso de
agua,
ya sin
fuerza,
desdibuja
entre malezas los colores.
Se detiene el
tiempo entre silencios,
solo una
silueta rompe el quieto día
y en el
recuerdo quedan
las horas de
sudores y trabajos
entre el olor
de la lana y de los tintes,
el sonar del
agua y de la maza.
domingo, 21 de junio de 2015
SUSPIRO (De "Paisajes de acuarela". Domingo, 21 de junio de 2015)
Con un último
suspiro derramó la tarde
su melena cobriza
entre los yertos campos.
Con un último
suspiro
besó el Teleno
las tierras oscuras
de los viejos
maragatos.
……………………………..
Hoy sólo queda el
silencio entre las calles y campos
de lugares
fantasmales,
de pueblos
vacíos, sólos, desnudos, abandonados…
Aunque a veces se
pueblen con ruidos de voces
y pasos que caminan
sin quedarse,
bajo el halo de
un Teleno aún misterioso y mágico.
sábado, 20 de junio de 2015
CARRO DORMIDO. (De "Paisajes de acuarela". Sábado 20 de junio de 2015)
Lejos han quedado
los días
de henos, de
trigos y de vides.
Ya no suenan
junto a la rueda del carro
las jóvenes risas
de los mozos
buscando ansiosos
de las mozas el abrazo.
No chirrían los
ejes
ni sujetan su
carga los varales.
Hoy se ha quedado
prendido el cielo
en la quietud del
patio empedrado
mientras un arco
iris de flores
se derrama en
frágil y aromática carga
sobre un viejo
carro carcomido.
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