miércoles, 20 de octubre de 2010

Filandón en la Biblioteca Pública de Pinilla

Hace ya casi cuatro años que comencé con los "filandones". Fue de una manera casual y no es que me prodigue demasiado, pero durante este tiempo, varias veces al año me suelo juntar con compañeros y compañeras con los que compartir historias, romances, leyendas, poemas... Esta es una de esas ocasiones. Tras el filandón del pasado día 15 en Astorga, nos toca ahora en la Biblioteca Pública de Pinilla. Allí compartiré palabras con Sarita Valladares y Nieves Martínez, en un intercambio de historias de todo tipo y condición. Para pasar un rato entretenido. Por si queréis acompañarnos.
ACTIVIDAD: FILANDONES EN EL CAMINO.
INTERVIENEN: Sarita Valladares, Nieves Martínez y Mercedes G. Rojo
LUGAR: Biblioteca Pública de Pinilla
DÍA:
21 de Octubre

HORA:
19'00 horas.

lunes, 18 de octubre de 2010

Charla HUELLAS DE MUJER EN EL CAMINO DE SANTIAGO

Con motivo del Año Santo Compostelano, y a través del Instituto Leonés de Cultura, he estado dando un ciclo de conferencias sobre la presencia de la Mujer en el Camino de Santiago.
Solo en los últimos tiempos somos conscientes de su presencia en el Camino como peregrinas, porque muchas caminan a Santiago a lo largo de todo el año y sus figuras con la mochila en la espalda y un bastón de caminante en la mano, llenan nuestros caminos y calles a lo largo de toda la ruta.
Pero antaño pareciera que ellas no estuvieran ahí, como me lo parecía cuando de niña sólo veía pasar fundamentalmente hombres por las calles de Astorga en busca de la salida hacia el Camino. La preparación de esta charla me descubrió a peregrinas, benefactoras, pícaras y otras figuras femeninas que estuvieron presentes en el mismo desde sus comienzos, pero cuya presencia ha permanecido entre las sombras.
La charla ya ha recorrido siete de las diez localidades que se me asignaron para impartirla. Pero si hay alguien interesado en escucharla aún puede hacerlo en las siguientes fechas y lugares:

- 5 de noviembre en Arganza
- 20 de noviembre en la Virgen del Camino
- 23 de noviembre en Camponaraya.

Como adelanto de lo que en ella se cuenta, el artículo que me publicaron en el Faro Astorgano el pasado día 14 de septiembre:

PEREGRINAR A SANTIAGO: HUELLAS DE MUJER EN EL CAMINO.

Quienes habitualmente hemos vivido gran parte de nuestra vida en una localidad punto de referencia importante en el Camino de Santiago estamos habituados al continuo trasiego de peregrinos que conducían sus pasos a Compostela incluso mucho antes de que esta antigua ruta se pusiese de nuevo “de moda”. En este contexto es tan habitual, en los últimos años, ver a mujeres de toda edad y condición haciendo a pie (también en bicicleta) este camino de peregrinaje, incluso solas, que puede parecernos ésta una realidad practicada desde siempre, es decir, desde que allá por el s. IX comenzó a extenderse el fenómeno de las peregrinaciones compostelanas.

Sin embargo nada más lejos de la realidad. Si bien es cierto que ya desde el principio hubo mujeres devotas que peregrinaron a Santiago no podemos tener constancia de cuantas lo hicieron, y de ellas cuántas solas. Pero aunque hay que reconocer que aquellos tiempos eran poco propicios para la independencia de la mujer, sin embargo su presencia en los caminos de peregrinación de la época quedó reflejada en la documentación que se conserva de la época, como veremos posteriormente. Por otro lado no hay que olvidar que en los periodos de más auge del Camino, las mujeres estaban supeditadas al arbitrio continuo del hombre, ya fuera padre o marido principalmente, o incluso amo en algunos otros casos como el de mozas, criadas y demás personajes que estaban a las órdenes de un jefe que les indicaba en todo momento las pautas de actuación por las que debían regirse (situaciones por otro lado no tan alejadas de nuestra historia más cercana, hasta hace bien pocos años), por lo que muchos de los testimonios quedan marcados por dicha realidad. A este hecho hay que añadir que la Iglesia tampoco estaba exenta de esta culpa. Poco proclive a apoyar la individualidad y la independencia femenina – incluso en lo relativo a religiosidad - en ningún momento fomentó entre las mujeres esta forma de demostrar su devoción, existiendo incluso épocas, como el siglo XIII, en que algunos de sus “dignos” representantes llegaron a prohibirles la posibilidad de peregrinar, argumentando para ello que estas manifestaciones religiosas provocaban en la mujer más vicios que virtudes.

A pesar de esta realidad, su presencia queda refrendada sin embargo a lo largo de todos estos siglos por documentos y ordenanzas ligadas en muchos casos al funcionamiento de los hospitales de peregrinos. También por la literatura y sobre todo por el folklore y la tradición oral de la época, e incluso por la devoción desarrollada en torno a distintos puntos y aspectos relacionados con el propio Camino o con las veneraciones que a lo largo del mismo o en conexión con él se producían. Respecto a la documentación generada por los hospitales de peregrinos queda en ella perfectamente diferenciada la existencia de habitaciones para “romeros” y “romeras” y las condiciones de uso y comportamiento que debían regir en los mismos, poniendo mucho empeño en la estricta separación de sexos para el uso de tales servicios, independientemente de la relación que pudiese unir a las personas que allí llegaban. Uno de los casos más documentados en este sentido es el del funcionamiento del Hospital de Santa María la Real de Burgos, cuya fundadora dejó perfectamente estipulado en su testamento la provisión de calzado para “romeros” y “romeras”, además de comida y vino, sobre todo en el caso de aquellas personas que llegaban enfermas, manteniendo – eso sí – una férrea disciplina en lo que a separación de habitaciones se refería.

Este punto nos permitiría enlazar con otro tipo de presencia femenina a lo largo del Camino: el de las benefactoras. Fueron éstas mujeres que por devoción y medios se convirtieron en impulsoras de hospitales y refugios. Así, dos de los hospitales más importantes del Camino se debieron a ellas. En primer lugar el ya mencionado de Burgos, fundado por Elvira González, la Cordobanera. En segundo lugar el Hospital Real de Santiago de Compostela (hoy Hospital de los Reyes Católicos) fundado a instancias fundamentalmente de Isabel la Católica. Además fueron numerosas las donaciones hechas por señoras importantes de la época.

Retomando el tema de las mujeres peregrinas hay que hacer alusión también a aquellas otras que ya en su momento tuvieron gran relevancia, bien por la posición que ocupaban en su época y la influencia que su peregrinar ejerció en su propio entorno, bien por la trascendencia que dicho acto tuvo en los fieles de épocas posteriores. Es de ellas de quienes nos han llegado referencias y no de las peregrinas de a pie, como es habitual en el desarrollo de la historia, y aunque pueden parecernos escasos los nombres no lo son tanto si tenemos en cuenta no sólo la situación femenina del momento sino más bien el tratamiento histórico que sus figuras y hechos han merecido para los historiadores de las diferentes épocas. No vamos a mencionarlas a todas, sólo a algunas de las que más trascendieron en su momento y en épocas posteriores, por diversos motivos. Por ejemplo, Sta. Isabel de Portugal, una reina que renunció a su corona al morir su esposo, el rey, para realizar un peregrinaje del que surgió una profunda vida religiosa. O Santa Bona de Pisa, hoy patrona de las azafatas italianas por lo que en su momento supuso de atención y ayuda a quienes viajaban por tierras de peregrinaje. Tampoco podemos olvidar a otras grandes mujeres de aquellos siglos, cuya influencia trascendió a todo su entorno, como Santa Brígida de Suecia, la condesa Matilde de Alemania e Inglaterra, o Isabel la Católica, viajando primeramente a San Juan de Ortega en busca de la fertilidad que le permitiera tener a su primer hijo y luego a Santiago en acción de gracias por los éxitos obtenidos por el reino, el último de ellos por la Reconquista de Granada y el Descubrimiento de América. E inclusive su hija Juana la Loca.

Podríamos hablar también de peregrinas por poderes o de peregrinas arrepentidas. Lógicamente, todas las documentadas en ambos aspectos fueron mujeres importantes, ya que de otra forma no habrían trascendido hasta nuestra época, pero su existencia viene a reforzar el hecho de que la mujer siempre estuvo presente como protagonista en este nuevo peregrinaje que surgió hacia Santiago.

Hay más aspectos que ligan a la mujer al Camino, algunos positivos como las posaderas que se ocupan de atender las necesidades de viajeros y viajeras; y otros no tanto, ligadas sobre todo al mundo de la picaresca bien fuera a través de otro tipo de posaderas más descaradas o de mozas de posada armadas de malas artes, meretrices o de quienes se hacían pasar por esposas de pícaros y rufianes para aprovecharse de la buena voluntad de las gentes que vivían a la vera del Camino. En cualquiera de los casos, aparte de la documentación de carácter más oficial que haya podido llegar hasta nuestros días, todo un repertorio de romances, leyendas y otros elementos provenientes de la tradición oral se hacen eco de esa presencia, como el “poema de la Virgen de Leyva” en el primero de los casos, o como la “Leyenda del ahorcado” o el mismo libro de “La Pícara Justina”, en el segundo.

En resumidas cuentas, un interesante y apasionante campo de investigación que se nos abre a la posibilidad de descubrir “huellas de mujer” en torno al Camino de Santiago desde el comienzo de su historia, camino que hoy se recorre en igualdad de posibilidades por hombres y mujeres, independientemente de la edad y la condición social de quien lo realiza y que ya desde su comienzo despertó el interés religioso, pero también cultural, artístico y aventurero de las mujeres de otras épocas.

GUZMÁN EL BUENO, ENTRE LA REALIDAD Y LA LEYENDA

Durante el pasado año se celebraron en distintos puntos de la geografía española, actos dedicados a recordar el séptimo centenario de la muerte de Guzmán el Bueno, héroe de origen leonés cuya presencia nos recibe en León a través de la estatua que podemos encontrar nada más traspasar el Puente de los Leones, provenientes de cualquiera de las dos estaciones, con esa famosa frase que forma parte de la leyenda leonesa de “Y si no te gusta León, por ahí se va a la estación”, acuñada a consecuencia de la posición que la misma presenta. Con motivo de esos setecientos años de su fallecimiento, el Recorrido Literario Memorial Miguel Delgado, que todos los años se celebra en la capital leonesa con motivo de las Fiestas de San Juan y San Pedro, entretejió palabras en verso y prosa en torno a este personaje por distintos puntos de la ciudad. Las líneas que a continuación siguen conformaron uno de esos tejidos literarios que pretendió aportar una visión diferente a la figura de dicho personaje. Hoy, un año después de aquel momento, su vigencia histórica sigue estando de actualidad al encontrarnos inmersos en esas celebraciones de los mil cien años del Reino de León, puesto que dicho personaje formó parte de la historia que evolucionó a partir de unos momentos de gran influencia de los Reyes Leoneses del momento.

GUZMÁN EL BUENO, ENTRE LA REALIDAD Y LA LEYENDA.

Guzmán, Guzmán el Bueno es uno de esos personajes que forman parte de nuestra historia pero que se conoce muy de pasada. Si hoy preguntásemos al conjunto de la ciudadanía leonesa cuántas personas conocen algún dato histórico sobre la vida del mismo más allá del transmitido por la leyenda construida sobre la muerte de su hijo pequeño, y cuál es su relación con nuestra capital también más allá del dicho popular al que he aludido hace un momento, ¿cuál creen que sería la respuesta? Seguramente no nos sorprendería ver como una inmensa mayoría lo desconoce todo, tal como ocurriría con tantos otros nombres ligados a nuestra historia a lo largo de los siglos y de cuyo recuerdo apenas nos queda, en ocasiones, el nombre de una calle dedicada y en otras ni siquiera eso. Guzmán el Bueno es un personaje que la Historia trata muy de pasada, puesto que más que en ella encontramos referencias a su persona a través de la leyenda que se creó con motivo de lo acaecido en el sitio de Tarifa, hecho sobre el que volveremos con posterioridad. Vivió este personaje en una época llena de intrigas donde eran habituales las relaciones extramatrimoniales (sobre todo entre nobles), donde las luchas por el poder se sucedían entre las distintas ramas de las familias nobiliarias, todo ello unido a un momento en el que se buscaban alianzas con los pueblos musulmanes para conseguir mayores parcelas de poder. En estas circunstancias, no es raro que Guzmán se convirtiera en uno de esos personajes de nuestra historia cargado de luces y sombras, más sombras que luces, precisamente porque su imagen ha llegado hasta hoy en una mezcla de leyenda y realidad entre la que es difícil seguir el verdadero trazado de su vida.

Gran parte de su existencia la pasó Guzmán entre campañas bélicas, en un momento en que España era un mosaico de nobles cristianos e ilustres musulmanes que lo mismo se aliaban para conquistar nuevos territorios y obtener más poder que luchaban entre sí. Gracias a esas luchas Guzmán el Bueno fue ganando posición y poder en las cortes españolas, hasta convertirse en una de las fortunas más importantes de la España de aquella época en quien tuvo origen la casa de los Medina – Sidonia, uno de los linajes nobiliarios que más poder e influencia alcanzaron en la España de los siglos venideros, aunque él no llegó a ostentar el título que sí fueron heredando sus descendientes. No es fácil seguir la pista a este personaje durante los años que vivió, la mayor parte de ellos ligados a esas luchas a las que hemos aludido, encontrándose, cuando se trata de bucear en los detalles de su vida, muchas más referencias a su persona y sus actos en las crónicas musulmanas que en las cristianas, sobre todo si se pretende permanecer al margen de lo que la leyenda ha dejado traslucir

Pero comencemos su historia por el principio. Corría el año 1256 cuando un seguramente frío día de enero, el 24 por más señas, nació Alonso Pérez de Guzmán en la ciudad de León, en el antiguo palacio de los Guzmanes, situado junto a San Isidoro, del que hoy no queda más vestigio que la placa que lo recuerda. Ya desde ese mismo momento su origen se tiñe de leyenda pues si bien parece ser cierto que fuera hijo de Pedro Núñez de Guzmán, militar y noble perteneciente a la rama de los Guzmanes asentada en nuestra provincia con propiedades y señoríos en la montaña, el nombre de su madre se alterna – según las fuentes – entre el de Isabel, doncella leonesa (seguramente noble) que fallecería en el parto; y el de Urraca Alfonso, hija ilegítima del rey leonés Alfonso IX, según los genealogistas que allá por el siglo XVI escribieron para los Duques de Medina Sidonia su árbol genealógico, tratando de dotar sus orígenes de dignidad y legitimidad. A esta última se la consideraría supuestamente casada por breve tiempo con Pedro Núñez de Guzmán, padre de nuestro personaje.

Cualquiera que fuera la situación, el caso es que – segundón de la casa o hijo ilegítimo - en 1275 Guzmán abandona León y se asienta en tierras andaluzas donde tenía familia, hay fuentes que dicen (de nuevo la leyenda) que por desavenencias con sus hermanos. En cualquier caso, las hubiera o no, lo habitual era que como todo segundón de la época buscara hacer fortuna de la forma más oportuna para un noble de aquellos tiempos, empuñar las armas en cuantas campañas bélicas pudieran ofrecerle poder y gloria. Así, con 22 años se incorpora al ejército de Alfonso X el Sabio, luchando como adelantado de los ejércitos cristianos en Andalucía. A partir de ese momento combatirá unas veces en España, del lado de las tropas cristianas y otras en África, junto al rey de Fez (Abu Yusuf), enfrentándose a otros grupos musulmanes y obteniendo con ello importantes beneficios económicos que serían el origen de su fortuna y de sus posesiones.

Pero es esta época una etapa sumamente revuelta en el solar español, ya que diferentes reinos tratan de disputarse ciudades y territorios, enfrentando a padres, hijos y otros posibles descendientes en continuas luchas internas para las que en no pocas ocasiones piden ayuda a los reyes y caudillos musulmanes. No se trata pues de una lucha exclusiva entre moros y cristianos sino una lucha de poderes en la que todos quieren hacerse con todo. Es en este marco histórico en el que vive y lucha Guzmán el Bueno. A veces en España, a veces en África. En España, lo hará siempre a favor de los cristianos aunque luche junto a los ejércitos musulmanes que acuden en ayuda de estos y elegirá a los reyes “oficiales” frente a quienes se sublevan contra ellos. Primero será a favor de Alfonso X el Sabio frente a su hijo Sancho IV, y a su muerte apoyará a éste como legítimo heredero del anterior frente al infante don Juan, su hermano, enfrentado a él por cuestiones de linaje. Y es precisamente en esta etapa cuando tiene lugar el suceso que dio pie a la conocida “leyenda de Guzmán el Bueno” que lo convirtió en héroe de la cristiandad y que ha servido de argumento a romances, tragedias, comedias, poemas e incluso una ópera.

Gobernaba Alonso Pérez de Guzmán la plaza de Tarifa, de la que el rey Sancho IV le había nombrado alcaide tras serle arrebatada por su ejército a los benimerines en el año 1292, cuando un año después vuelven estos mismos a sitiar la ciudad que valerosamente defienden los hombres de Guzmán. Si conocemos la leyenda y toda la literatura que la misma ha generado a lo largo de los tiempos, nos queda la impresión de que se trata de una lucha de musulmanes frente a cristianos, cosa que no es así puesto que en el bando sitiador se encuentra el infante don Juan que se ha aliado a los benimerines en una lucha de poder contra su propio hermano el rey Sancho IV, a quien pretende arrebatarle el trono. Y tampoco son los musulmanes quienes se hacen con el hijo de Alonso Pérez de Guzmán, de 10 años, y quienes le amenazan con degollarlo si no rinde la plaza, sino el propio infante quien propone la treta seguro de que ante tal exigencia, el alcaide cederá y rendirá Tarifa.

¿Se trataba pues de una auténtica amenaza o de un “farol” ante el que se espera la lógica renuncia al juego? Nunca lo sabremos porque ni estábamos allí ni ninguno de los dos protagonistas de la historia dejaron dicho o escrito lo que en aquel momento pensaron.

Lo que sí sabemos es que la reacción fue seguramente la menos esperada. El Alcaide de Tarifa puso por encima de la vida de su hijo su deber para defender una plaza que le había sido entregada por el legítimo rey. Tal vez en la creencia de que su rival no cumpliría su amenaza, pues no dejaba de ser un noble cristiano. ¿Y qué supuso el hecho de lanzarles su propio puñal? Quizá un “farol” aún más grande que el propio chantaje, en un juego de poder que seguramente terminó yéndosele de las manos a ambos jugadores observados por un público espectador frente al que no podían permitirse la posibilidad de quedar por debajo del otro. Un peligroso juego en el que D. Juan, aliado de los benimerines que querían para sí la plaza a cambio de su apoyo para lograr el poder, trataba de ganar tiempo frente a la inminente llegada de la flota que acudía en ayuda de Alonso, y en el que el principal perdedor resultó ser el inocente hijo de Guzmán, Pedro Alonso Pérez de Guzmán.

La hazaña realizada por nuestro personaje frente al asedio de Tarifa, si verdaderamente puede llamarse hazaña a consentir el sacrificio de un hijo menor de edad, marca el paso de esta figura al elenco de héroes de nuestra Historia, pero lo hace pasado el tiempo lo que tal vez justifique la necesidad de poner el asesinato del menor en manos de los musulmanes. ¿Acaso había algo que esconder ante la Historia? ¿Es más justificable el degollamiento de un menor por parte de un ejército de “infieles” que por parte de un noble “cristiano”? ¿Había que justificar la “fiereza” de unos frente a la “nobleza” del otro? En cualquier caso, lo que es cierto es que Guzmán el Bueno ha trascendido la Historia de la mano de su leyenda. Siendo retorcidos, y llegados a este punto, me pregunto qué hubiera sucedido si Guzmán hubiera claudicado ante la amenaza de matar a su hijo pequeño, si hubiera antepuesto la seguridad de su retoño a la defensa de la ciudad que le había sido confiada. ¿Le hubiera tratado igual la Historia? ¿Lo hubiera reconocido León como hijo de uno de sus más ilustres linajes? ¿O se habría perdido para siempre en el silencio como lo hicieron antes o después de él tantos otros? No intento, por supuesto, poner respuesta a estas preguntas, solamente abrir una vía a la reflexión en un momento histórico en el que el discurso entre la vida y la muerte de seres inocentes en todo el mundo sigue estando lleno de incongruencias y contradicciones.

La Historia está llena de personajes anónimos que con sus gestos ganaron o perdieron batallas, pero sólo unos pocos tuvieron la suerte o la desgracia de ser convertidos en héroes. Hablo de suerte si “suerte” es quedar para siempre unido a tantas páginas como se han escrito con su historia y con su nombre. Hablo de “desgracia” si consideramos que lo único que trasciende de ellos es un breve momento de su vida – seguramente no el más importante – tergiversado en la mayoría de las ocasiones y manipulado hasta esconder tras el mismo la verdadera trayectoria de toda una vida.

No sé si este es el caso de Guzmán el Bueno, del que, por otro lado, hay quien considera cómo puede ser que se haya apodado como “el Bueno” a un padre que permitió tamaño sacrificio de su hijo, por mucho que venga a recordarnos el sacrificio bíblico del hijo de Abraham (que en aquella ocasión no llegó a hacerse efectivo). Sin embargo, hay fuentes que establecen que este apelativo no se une a la renuncia de la defensa filial frente a la defensa de la ciudad, sino al hecho de su fortuna, ya que en aquella época medieval “el bueno” significaría “el rico”, aspecto que sí se adaptaría a la propia condición del personaje que amasó una de las fortunas más importantes de aquella época. Mi invitación tras esta reflexión es a que indaguen los lectores, a que buceen en la historia un poco más allá de las apariencias que la leyenda nos transmite, analicen la época en la que vivió, y juzguen por sí mismos, descubriendo más información sobre este personaje que forma parte de nuestro elenco de héroes. Sin olvidar que somos el producto de la sociedad de una época y que no se puede analizar una vida única y exclusivamente desde la perspectiva de 700 años más acá.

ENTREPALERAS.

Se tiñe el cielo de nubes de tormenta
en el estío prematuro

de una tarde aún de primavera.

Sentada bajo la vieja palera,

con los pies desnudos

a la misma brisa que sus hojas acaricia,

cierro los ojos

y escucho el trino de las aves
amortiguado por el persistente chirriar
de las cigarras.

De vez en cuando
un goterón se desliza entre las ramas,

sobre mi piel semidesnuda,

“lágrima” de viejos árboles

que erguidos mantienen

aún su tronco hueco,

carcomido,

quemado incluso por el rayo.

Se llena el aire del polen de los chopos,
en el mismo lugar donde, en mi infancia,

sólo se levantaba la imponente figura

de paleras centenarias,

custodiadas bien de cerca

por el aroma dulzón de las acacias.

Entrepaleras lo llamaban.
...

Hoy la fuente-aljibe se encuentra descuidada
y la arena cubre la pradera…

Hoy los árboles parecen solitarios

y entres sus ramas no esconden ya

juveniles risas ni secretos ..

Quedan hoy pocas paleras,
pero alguna de ella

desafía aún el paso del tiempo

enredando entre sus ramas los recuerdos.